La Educación Popular hoy

lunes, 25 de agosto de 2008

El adulto como sujeto de aprendizaje

Extractado por Viviana Taylor del artículo “El adulto como sujeto de aprendizaje en entornos virtuales”, de Cecilia Flood - cflood@fibertel.com.ar - FLACSO Argentina


“Los adultos no caben en los bancos de las escuelas hechas para los niños, no se pondrán los románticos guardapolvos blancos ni “pasarán al frente a dar la lección”. Sus padres no les firmarán el boletín de calificaciones, no recitarán de memoria los ríos del Asia que “les sirve para la vida” pero no para su trabajo, no dispondrán de las mejores horas del día para el aprendizaje, y es probable que afronten la actividad educativa en condiciones de fatiga. No permitirán que se ignore o desvalorice su experiencia, no admitirán no ser escuchados y no tolerarán metodologías que no los involucren.”1


El adulto que aprende presenta algunos requerimientos como la exigencia de percibir la utilidad del aprendizaje, la consideración de su experiencia, la necesidad de participación y evaluación permanente.
¿Qué elementos deberíamos tener en cuenta en la capacitación de adultos para involucrarlos realmente? ¿Cuáles son los principales temores o resistencias? ¿Qué estilos de aprendizaje se pueden definir? ¿Qué estrategias son necesarias para recuperar la experiencia y abordar la utilidad del aprendizaje?

Características del adulto como sujeto del aprendizaje
El adulto no llega “en cero” a una situación de aprendizaje. En especial, si hacemos referencia a contextos de formación vinculadas a su trabajo, trae consigo un bagaje de experiencia laboral, de su vida personal y un trayecto por la educación formal.
Los aprendizajes son distintos a lo largo de las etapas de la vida de los sujetos, ya que ellos también sufren cambios. En la etapa adulta, la participación en experiencias de formación acompaña a un conjunto de proyectos personales y familiares, su ubicación en el mundo del laboral y un recorrido en la formación (en el sistema educativo formal o no formal).
Como todo sujeto de aprendizaje, la edad y las características de la etapa en la cual se encuentra inciden en el interés que desarrolle por determinado aprendizaje, las posibilidades y limitaciones, los recursos de los cuales dispone, los ritmos y estilos.
Es por ello, que podemos decir que el adulto en rol de alumno es alguien que trae consigo el caudal de sus conocimientos y de sus experiencias anteriores. Cualquier propuesta de formación debe partir necesariamente de las «situaciones de vida» en que se encuentran los adultos.

Las motivaciones del sujeto que aprende:
La motivación, los intereses y necesidades de los sujetos suponen algunas de las fuentes principales del aprendizaje.
La fuente de esta motivación puede tener diferentes niveles de consciencia. En ocasiones el adulto busca participar de actividades de formación si tiene la percepción de que incidirá en la resolución de algún problema personal, familiar o profesional. También si la actividad le proporciona placer y bienestar.
En general, en los adultos los intereses dependen de las características de esta etapa vital, de las situaciones personales y sociales, de los requerimientos del ámbito laboral, de las características individuales y del contexto sociocultural en el cual se encuentra.


Algunas motivaciones personales por las cuales los adultos se acercan a las propuestas de formación se pueden centrar en:

  • mejorar su condición,
  • satisfacer su curiosidad,
  • desempeñar mejor su trabajo,
  • enriquecimiento personal (resolución de problemas personales, sociales o familiares),
  • clarificar sus relaciones interpersonales, entre otras.

Por otro lado, acceden a instancias de formación para “reciclarse”, ampliar conocimientos o adquirir una titulación.

En los procesos de aprendizaje en los cuales participa, el adulto presenta algunos requerimientos, que podemos sintetizar en los siguientes:
- Exige propuestas que le permitan participar, compartiendo su experiencia previa. El estado de pasividad en general no es aceptado por el adulto. En ocasiones buscará estrategias para desarrollar la actividad que está vinculada con su proceso de aprendizaje, buscando alternativas para intervenir, haciendo bromas, etc.
- Necesita captar rápidamente cual será la utilidad del aprendizaje, encontrar líneas de acción para resolver las problemáticas de su práctica profesional y laboral. El adulto requiere, por su escasa disposición de tiempo, de propuestas que muestren claramente cuál será el nivel de aplicación de la propuesta de formación o la forma en que podrá enriquecerse a partir de su participación.
- Necesita reconocer un alto compromiso de los docentes y una interacción adecuada con ellos. El adulto, como sujeto de aprendizaje, exige el compromiso del formador a partir de sus intervenciones y del modo en que realiza el seguimiento de sus aprendizajes.
- Requiere de espacios para poder compartir sus experiencias. Existe en el adulto una tendencia a valorar su pasado ya que es fuente seguridad. Resulta central la consideración de ese pasado en las instancias de formación, pero desde una reflexión crítica y superadora. La experiencia supone el resultado de la reflexión sobre los hechos del pasado.

"El alumno construye y debe construir, al menos, dos tipos distintos de representaciones.
Por un lado, representaciones sobre el significado del contenido a aprender.
Y por otro, representaciones sobre el sentido que tiene para él aprender ese contenido, sobre los motivos para hacerlo, las necesidades que ese aprendizaje cubre y las consecuencias que supone para la percepción de uno mismo como aprendiz.
Ambos tipos de representaciones se construyen de manera dinámica, contextual y situada, a partir de lo que aporta en cada momento el aprendiz: ni el significado ni el sentido que el alumno construye están, meramente, en el material que es objeto de aprendizaje, ni su construcción queda asegurada por el diseño de dicho material."2


Cuando analizamos la inserción de los adultos debemos considerar su interacción con el docente, la propuesta en general, los materiales y los recursos tecnológicos.
“Lo que hace que la “actividad conjunta” sea efectivamente conjunta no es la co-presencia física de los participantes, sino el hecho de que profesor y alumnos actúan el uno para el otro y entre sí, de manera que las actuaciones de cada participante sólo se entienden y cobran significado en el marco de, y en referencia a, las actuaciones del resto de participantes”.3

Múltiples son los factores motivacionales que inciden en el proceso de aprendizaje y que podemos sintetizar en los siguientes:
Factores de la situación vital del estudiante: Se incluyen aspectos e la vida personal, situación social o familiar que pueden actuar como facilitadotes u obstaculizadores del aprendizaje.
Factores cognitivos y metacognitivos: Los factores que inciden en la construcción del conocimiento y la posibilidad de conectar con lo que el alumno ya sabe.
Factores motivaciones y afectivos: Características personales que inciden en el aprendizaje, experiencias previas, etc.
Factores relacionados con la interacción social: habilidades comunicativas, experiencias y potencialidad para el trabajo colaborativo, etc.
Diferencias individuales: Características individuales en el aprendizaje. Estilos de aprendizaje, ritmos y capacidades.
Necesidad consciente de formación: En general los adultos que se incluyen en propuestas de formación lo hacen por la posibilidad de aprender contando con una cierta flexibilidad de tiempos por la cual pueda ser paralela con el resto de sus ocupaciones (laborales o familiares).
Interés por los contenidos de la propuesta de formación: La necesidad de actualizarse en determinados contenidos dependerá de los recorridos que los alumnos han realizado anteriormente y la posibilidad de significar los aprendizajes que logre. Aquí será imprescindible la relevancia de la selección de contenido y su vinculación con los saberes previos.
La fuente de motivación en el diseño formativo y los materiales: El alumno busca aprender y ser consciente del nivel de aprendizaje. El lugar que ocupan los materiales es central y por lo tanto su presentación, la calidad y la promoción de la interactividad resulta fundamental para la motivación de los alumnos. Es por ello que el intercambio de conocimientos, la puesta en común, el planteo de dudas y avances es uno de los elementos de mayor fuerza motivadora.
La fuente de motivación en la acción docente: El tipo de relación docente y alumnos que se plantee otorgará un tamiz particular a través del cual se procese la relación con contenidos y materiales.
La posibilidad de que éstos puedan ser conscientes de su aprendizaje y los procesos de mejora. Es por ello que las actividades metacognitivas o de reflexión de las propias tareas resultan bien enriquecedoras. El tipo de comunicación entre el docente y el alumno adulto resulta fundamental para acompañar el aprendizaje e incidir en la toma de consciencia del aprendizaje. Algunas de las cuestiones que son centrales en esta comunicación es el encuadre: pautar los tiempos que demandarán las tareas, el tipo de devolución que realizará acerca de las mismas, las instancias formales de evaluación. Es imprescindible una propuesta de formación que incluya diversidad de actividades evaluativos, con criterios claros que le permitan al alumno comprender el nivel de acercamiento a los objetivos de aprendizaje y ser más consciente de su proceso.
El desarrollo profesional como fuente motivacional: Cuando las propuestas de formación incluyen y satisfacen los deseos de mejora personal y profesional en nivel de compromiso y motivación es superior. En el caso de los adultos muchas de las actitudes se conforman en el contexto de la maduración o desarrollo profesional, para la cual es un requisito el logro de las interacciones genuinas.
La fuente de motivación en el trabajo colaborativo: La posibilidad de participar en espacios de interacción con otros, aportar las capacidades personales en la producción de tareas concretas y comunes, actúa como un factor motivador y de satisfacción para el proceso personal del aprendizaje. Es por ello que resulta fundamental el aprovechamiento de las nuevas tecnologías para habilitar herramientas que favorezcan la posibilidad de compartir y producir colectivamente. Resulta importante explicitar que el tipo de trabajo cooperativo que se propone en este tipo de entornos, es asincrónico. Por tanto no hay coincidencia de tiempo ni de espacio entre los participantes. Es por ello que es necesario explicitar todos los procesos que ocurren en el trabajo en equipo, desde la etapa de constitución hasta el resultado evaluativo final. Desde la experiencia de la tutoría, la organización en los grupos resulta fundamental en la motivación y el nivel de compromiso con la tarea. En ocasiones la no acomodación a las pautas de un trabajo compartido asincrónico lleva a la sensación de frustración y desmotivación. Es interesante analizar las estrategias que realizan los alumnos para compensar la condición de asincronía en la comunicación: a partir de acuerdos en ciertos horarios, la búsqueda de recursos de comunicación alternativos (mensajería instantánea dentro y fuera del campus) o más tradicionales (uso del teléfono). También el uso de espacios más informales como el café comienza a constituirse como un lugar central en el intercambio no formal y de ayuda mutua.


Los estilos de aprendizaje
Los alumnos tienden a constituir estilos de aproximarse al conocimiento utilizando diversidad de estrategias. Cada sujeto selecciona mecanismos o procedimientos, recursos útiles para procesar información, pensar, resolver problemas, aprender o actuar.
Ante cualquier nueva actividad el sujeto de aprendizaje construye representación de la tarea y de los recursos con que cuenta. De allí es que puede seleccionar las propias estrategias a utilizar.
Numerosas investigaciones han aportado en la clasificación de diversas estrategias que utiliza un sujeto cuando aprende. Por ejemplo la utilización de estrategias que van desde las más simples a las más complejas: asociativas, de elaboración y de organización. También se puede definir la forma de encarar la tarea considerando la intención de quien aprende y el entorno. En general se plantean diversos enfoques: superficial, profundo o estratégico.
Creemos fundamental la consideración de los estilos de aprendizaje, a partir de proponer una diversidad estrategias de enseñanza que permitan al alumno familiarizarse distintas herramientas y logrando una adecuada apropiación de los contenidos. Parece pertinente comenzar a considerar más sistemáticamente la inclusión de estrategias que pongan en juego actividades en las que las TICs ocupen un lugar primordial.

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